Spartacus
  Xarxa sindical

7 Nov, 2008

Las lágrimas del reverendo Jesse Jackson

Se hablará de Obama, de su campaña, de sus estrategas, de las expectativas que ha depositado en nuestros corazones, de la lealtad de McCain y hasta del desgraciado de George Bush. A mi me apetece hacerlo de las lágrimas de Jesse Jackson.


Como todos estaba emocionado, alegre y feliz por la victoria de Barack Obama. Pero nada de lo que veía o escuchaba me impactó tanto como cuando las cámaras descubrieron al reverendo Jesse Jackson, casi escondido entre la multitud llorando de la manera que lo hacen los que se quieren contener, los que intentan pasar desapercibidos, los que no quieren restar el más mínimo ápice de protagonismo al éxito de otros.

El reverendo Jesse Jackson no pudo reprimir el sollozo. Perdía la mirada en el recuerdo de toda una vida dedicada a la dignidad de los suyos: la minoria negra. Y su mente evocó, seguro, a Rosa Parks en aquel autobús, a aquellos niños negros que protegidos por el ejército acudían a su escuela en Little Rock, a Martin Luther King sgritando su sueño y cayendo por él, al Black Power con el puño en alto de los deportistas. Y seguro que se sentía afortunado por haberlo sobrevivido para convertirse en el notario de toda esa trayectoria de combate por los derechos civiles; de lucha por la dignidad de las más desfavorecidos y de firmeza ante la adversidad.

El reverendo Jesse Jackson es y siempre será un totem para los que sentimos apego por la igualdad, la libertad y la solidaridad. Siempre será uno de los referentes en la batalla por el progreso colectivo. Por eso, al verle en el anonimato de la multitud, casi ensimismado en aquel cúmulo de sentimientos que deambulaban entre la satisfacción y el dolor por lo perdido, pensé que la victoria de Obama le pertenecía fundamentalmente a él.

El cambio que, dicen, vendrá de la mano de un presidente negtro, empezó estando él. El "Yes We Can" tuvo su precursor en aquel "I Have A Dream" de MLK. Como siempre el camino es demasiado largo, pero hay que andarlo desde el principio hasta el fin, hasta ese fin que nunca llega.


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